3 de mayo de 2015

ES


Es frustración, supongo,
sentirse tristemente sentado
a pleno sol de abril, callado,
enmudecido en una penumbra
mañanera de mayo,
y qué coño importa.

Es no querer,
es abrir, cerrar puertas sólo
por hacer el ruido, notar
que una rabia insensata
se desmelena por debajo
del esternón, la certeza
de que nada,
nada pasará a pesar
de que te agarras a las cosas
con toda la fe que has aprendido
en los libros,
en la parte venturosa
de los amores pasados, la fatal
intuición de que nada pasará
igualmente, si te dejas caer
en la insensatez, la desidia,
el cansancio de vivir alelado,
el tenerlo todo aplazado
menos la muerte.

Es, ya ves, que aquí te ves,
acurrucada como pulpa adolescente
en nuestra primera foto,
con el sol de cara, recién
levantados, recién
ilusionados, sorprendidos
por ese algo indescrito
que nos incumbe, de repente.

Es, ya ves, que aquí me ves,
robándote el olor de la tez recién duchada,
y el corazón se me acelera
y te pensaba menos rubia,
y a día de hoy, a saber
dónde me duermes.

Es, ya ves, que aquí me encuentro
petrificado sereno ante el espejo
porque las canas han seguido
con su vida y ahora me tienen
negocios prósperos,
y me van por la calle
sin ansiedad sin miedo,
con traje nuevo barbilla alzada,
enseñoreándose incluso
por mis barrios más despoblados,
de forma que ya se me hace duro
mirarme en fotos incluso
del año pasado.

Es, ya ves, y que la fatalidad
no se me ilusione, que yo creo
y creo y ya está, y aunque
no levante banderas
por lo tuyo y lo mío,
yo vivo en andaluz enardecido
hiperbolizado que con tu silencio
no todo está perdido, sino
más bien pendiente,
y en la punta de la lengua,
si te motiva o te conmueve,
ya tengo los ladrillos los ensueños
de nuestra casa,
y en la punta de la juana,
si por un casual,
si por un desmadejarse
de los caprichos del destino,
y no suelto en rima fácil
los ardores de mi tino, pues
yo sé
que nos pondremos
a ladridos y resuellos
en la cocina en el pasillo
en el salón silencioso, construyendo
con sudor un amor puro
mientras te asomas al Atlántico.

Es, ya ves, la certeza
y tú lo sabes, el calor
de mi mano que te ampara,
el fulgor
el ardor de mi alma que te mira
lo que pone la certeza
las ganas, la pasión
el coraje
en empeñarme en lo tuyo
que sigo como un rastro
que te aleja de la manada.

Es, ya ves, ese aire tuyo
que me pone ante tu puerta
con mi traje desnudo de domingo
y llamaré ding dong
y me verás llano por cercano,
mas no te me equivoques
que José
José escrito es siempre agudo
y tengo más
de lo que enseño
y quiero más
de lo que sueño
y José ama más
que lo que escribe
José es más
que la luz
que me enciendes
más que sorpresa, no me descanses,
más que un regalo, no te me escondas,
que soy la aguja que te enhebra
que a poco que te descuides
te hago un traje de besos,
te pongo alta costura
en todos los agujeros del cuerpo.

Mas,
es, ya ves, también
no te vayas por las risas
no te me andes con prisas
y te equivoques, que mi texto
es de un tono nuevo que se pudre,
la nota abortada de una canción
que prometía, que venía
a comerse el mundo, y sí, ya ves,
lo que amo está en mi mano,
mas amar,
amar, mi amor, no es poner
palabras en la línea punteada,
pero el mundo
el mundo está demasiado ocupado,
y las canciones
a veces vienen demasiado cansadas
y los dientes se les mueven
y acaban zambullidas
en nostalgias de la zona alta,
de vivir a la cuarta pregunta
en la tercera casa
a mano derecha
por parte de padre,
y mi tonada,
mi tonada está cansada
de tristeza edulcorada
por preguntas de las niñas
que te dicen por la calle
eh mi capitán, no te me vayas
a ver si me adivinas
el color que tengo en las bragas,
y yo
yo les sonrío amablemente,
sigo mi camino
y les cierro la cremallera
de una rima con mi amada,
mas pensando

¡Ay, si yo me pongo, qué color!
¡Ay, si yo me pongo, qué color!
¡Ay, si yo me pongo, qué color!
¡Ay, si yo me pongo, qué color!
¡Ay, si yo me pongo, qué color!

Y sí,
es, ya ves, saberse doblegado
por la escasa capacidad
para saber lo que viene detrás,
las consecuencias,
los fatales desenfados,
las costuras abiertas de la familia,
el toque, la elegancia,
el corte distinguido, la gracia,
el ingenio, la caída de los grandes,
las frialdades, mi niña,
las zonas de silencio
entre plato y plato,
la sonrisa heredada
y los perfumes, amor,
esos perfumes que se nos desvanecen,
que nos abandonan
en mitad
de una nada extensa, descarnada.

Me acerco a ti
sin saber cuánto vas a alejarte,
me acerco a ti
preguntando con tempestades
por el serenarse de tus aguas.

Y sí, así, sentir la calma
llenarme de vacío
destruir los puentes y pintar
señales acogedoras
en los quicios de tus puertas y seguir,
seguir honestamente las inexplicaciones
que me cosen con hilo invisible
a quien seas. Me dan igual
la lilez y la debacle,
y me acerco,
para mirarte a los ojos sin gafas, porque
pìenso en tu cara y te encuentro
instalada en lo mío. Pienso en tu cara
lanzándote a besarme
la mano que te acariciaba,
pienso en tu cara y voy a quemar
lo prometo, la furia que traía,
pienso en tu cara callada,
soltando ese poquito de aire sonriendo
cuando te dije que te quiero,
y voy a quemar, lo prometo,
el desamor que traía, el dolor
que me animaba,
voy a quemar el hocico retorcido y la negrura,
esa negrura que nos une pero
que a mí me escondía.

Sí, es
que vengo a acercarme
aunque mi cercanía
te mantenga en silencio, en esa
especie de calor contenido
que me tienes, vengo
a acercarme para que los márgenes
se nos ensanchen,
para que se nos abran las costuras,
y que los límites se nos desdibujen
de una vez. Por esta vez,
acercarme, querida,
para que podamos,
al menos si es posible,
desconocernos
por última vez.




Tabaiba_Grácia_3_Mayo_2015




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